Una investigación liderada por la UCLM, publicada en la revista Conservation Biology, revela que las inversiones y recursos destinados a la conservación coinciden solo parcialmente con los valores de biodiversidad en la Unión Europea
Investigadores de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), la Universidad de la Ciudad de Nueva York (Estados Unidos), el Museo Nacional de Ciencias Naturales, la Universidad de Alcalá y la Universidad de Helsinki (Finlandia) han analizado las correspondencias y desajustes entre las inversiones en conservación y los valores de biodiversidad en la Unión Europea.
Este estudio relaciona, para cada uno de los estados miembros, tres indicadores sobre inversión en conservación (desde financiación recibida a través de proyectos LIFE, superficie protegida por la Red Natura 2000 y financiación para medidas agroambientales), con otros tres indicadores del valor de biodiversidad (riqueza total de especies, riqueza de especies endémicas y riqueza de especies de interés comunitario) para ocho grupos taxonómicos diferentes (incluyendo plantas vasculares, briófitos, aves, mamíferos, anfibios, reptiles, peces continentales, ortópteros y libélulas).
Publicado por la revista Conservation Biology, esta investigación incide a que debido a la gran variación espacial en la distribución de la biodiversidad y las necesidades de conservación a escala continental, los instrumentos de la UE deberían garantizar que los países con mayores valores de biodiversidad obtengan más fondos y recursos para la conservación de esta biodiversidad que otros países cuyos valores de biodiversidad son menores.
En este sentido, se afirma que hay una relación bastante ajustada entre las inversiones en conservación y las variables de biodiversidad. Sin embargo, se encontraron algunos desajustes en los países que reciben más (o menos) inversiones de las esperadas en función de sus valores de biodiversidad. Por ejemplo, países como Portugal, Eslovaquia, Grecia y la República Checa reciben menos fondos de lo que le corresponderían atendiendo a la biodiversidad que albergan, mientras que el caso opuesto ocurre en países como Reino Unido y Alemania. Otro resultado interesante que se desprende de este estudio es que el uso extensivo de las aves como indicadores únicos de la efectividad de la conservación puede ser poco fiable, ya que las relaciones entre biodiversidad e inversión son mejores que para el resto de los grupos taxonómicos estudiados.
Estos resultados podrían ser claves en el marco de la nueva estrategia sobre biodiversidad hasta 2020 adoptada por la Comisión Europea, en la que se espera que los estados miembros favorezcan una redistribución más eficaz de los fondos destinados a la conservación.
Gabinete Comunicación UCLM. Toledo, 23 de agosto de 2017