El 96 por ciento de los encuestados cree que consumimos más de lo que necesitamos. Y el 7 por ciento cree que es posible que cambiemos nuestra forma de consumir y está dispuesto a promover ese cambio. Respecto a la participación en organizaciones hay una gran confianza (91 por ciento en que, si los consumidores estuvieran unidos, podrían defenderse y hacer valer sus derechos frente a las empresas. Incluso el 78 por ciento estaría a favor de emprender acciones (por ejemplo boicot a determinados productos o empresas) para hacer valer la fuerza de los consumidores.
Estas son algunas de las conclusiones del estudio presentado, que también realiza recomendaciones a usuarios y a la administración, como potenciar, con medidas mucho más decididas y enérgicas el transporte público y el uso de la bicicleta frente al transporte privado; deshabituar al consumidor del uso continuo de envases, empaquetados y bolsas de "usar y tirar"; fomentar la recogida selectiva de residuos y ampliar la información que al respecto tienen los consumidores; mejorar la instrucción de los conductores sobre la conducción eficiente desde el punto de vista energético y ampliar la información y la conciencia social sobre la eficacia energética de las viviendas.
El estudio incide especialmente en las recomendaciones a consumidores y empresas para que ajusten las temperaturas de calefacción y aire acondicionado a un nivel ecológico y económicamente más sensato del que suele ser habitual y apuesta por el fomento de la formación de niños y jóvenes como consumidores responsables y el aprendizaje de los adecuados hábitos de vida y aprovechamiento energético, puesto que justamente las personas de menor edad son las menos concienciadas al respecto.
Asimismo, apuesta por las políticas de apoyo a las practicas más ecológicas y de consumo más responsable y solidario, evitando que sean también las más gravosas para el consumidor, y por el desarrollo de energías renovables. En relación con la publicidad, la recomendación de los redactores del estudio es aplicar la actual normativa, a fin de proteger al consumidor de todos los mensajes engañosos que tratan de vender productos supuestamente ecológicos, con pretendidos efectos saludables o con falsas alegaciones sociales o medioambientales.
También sería preciso fomentar el desarrollo de canales de comunicación entre los consumidores, que no estén contaminados por ningún interés comercial o de ningún otro tipo, para facilitar el intercambio directo de información y las respuestas colectivas en defensa de sus derechos.
Finalmente, las tres instituciones coinciden en que debe potenciarse un nuevo asociacionismo entre los consumidores, basado no solo en las ventajas individuales que pueden obtener como afiliados (tramitación de quejas o reclamación, resolución de problemas particulares, etc.), sino también en la contribución al esfuerzo solidario en defensa de los intereses colectivos.
Toledo, 18 de noviembre de 2008