Una cornamenta compleja y grande delata a un ciervo muy fértil. Investigadores de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) han descubierto que la cuerna de los ciervos no ha evolucionado con fines defensivos, sino que constituye una señal para las hembras de su potencial reproductivo.
Los investigadores responsables de este hallazgo, publicado por la prestigiosa revista Proceedings of The Royal Society of London, han estudiado varios cientos de ejemplares de ciervos en fincas de Castilla-La Mancha y Andalucía y han logrado establecer una relación directa entre la forma y el tamaño de su cornamenta con la cantidad y la movilidad de los espermatozoides que eyaculan.
Según los investigadores, la cuerna cumple una función señalizadora, es decir, sirve para indicar a las hembras de la manada cuál de ellos es el más fértil. De esta forma, las ciervas buscarían al ejemplar con la cornamenta más compleja y de mayor tamaño para aparearse.
Paralelamente, y según apunta el profesor Garde, “de cara a otros machos, es posible que la cuerna transmita información no sólo de la capacidad de lucha del macho –como se creía hasta ahora-, sino también de su competitividad reproductiva”.
La originalidad de este estudio radica en que se había asumido que la cuerna únicamente tenía fines “bélicos”, es decir, había evolucionado en tamaño y forma para convertirse en un arma de ataque o defensa. Sin embargo, los investigadores de la UCLM y el CSIC han logrado establecer una relación directa entre este elemento y la fertilidad del animal.
El equipo responsable de esta investigación está integrado por los profesores de la Universidad de Castilla-La Mancha Julián Garde, Ana Josefa Soler y Andrés García; y por los investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC) Eduardo Roldán, Montserrat Gomendio y Aurelio Malo.