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La obra ha sido coordinada por el profesor de historia moderna de la UCLM Francisco García

Presentado el libro "Castilla-La Mancha en la Edad Moderna" en la Facultad de Humanidades de Albacete

10/03/2005
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Presentado el libro "Castilla-La Mancha en la Edad Moderna" en la Facultad de Humanidades de Albacete

10/03/2005


“Castilla-La Mancha en la Edad Moderna” es una obra de síntesis de historia regional que permite trazar nuestras grandes líneas de desarrollo durante los siglos XVI al XVIII. Editada por “Biblioteca Añil”, ha sido presentada, en la Facultad de Humanidades de Albacete, por el vicerrector del Campus y Proyectos Emprendedores, Antonio Roncero, el coordinador de la obra y profesor de la UCLM, Francisco García, y por dos de sus autores, los profesores Pedro Losa y José Cano. También ha intervenido el prestigioso hispanista francés Bernard Vincent, tras impartir la conferencia titulada “Sociedad y movilidad en tiempos del Quijote”.
Al circunscribirse a un territorio administrativo de reciente creación como es Castilla-La Mancha, los autores se proponen ofrecer, como afirma el coordinador “una historia centrada en un determinado espacio y en una época concreta, siendo conscientes de que las unidades territoriales establecidas según un criterio administrativo, nunca se corresponden con la diversidad que ofrece la realidad”. Han participado en su elaboración varios profesores de la UCLM junto a investigadores e historiadores vinculados, por su trabajo, a Castilla-La Mancha.
El libro se inicia con un capítulo de Francisco García sobre la ocupación del territorio y la evolución de la familia y la población; se trata de la parte más estadística, con cuantificación de nacimientos, defunciones y matrimonios que dan la clave de los retrocesos, avances y estancamientos demográficos de una región caracterizada por un tipo de familia de tamaño reducido y simple composición.
Miguel Fernando Gómez Vozmediano y Ramón Sánchez González se centran en el mundo rural y en el predominio de la agricultura y la ganadería sobre la industria. Estos autores ponen de manifiesto la incapacidad para incrementar la producción debido a las limitaciones de la tecnología; a la baja productividad; y a la limitada oferta de tierras motivada por el régimen señorial y la desigual distribución de la riqueza.
En lo que respecta al mundo industrial y comercial, Mariano García Ruipérez hace una síntesis de su evolución, destacando el protagonismo de ciudades como Toledo y Cuenca. El análisis de la ciudad lo ha hecho Hilario Rodríguez de Gracia, centrándose en el comportamiento social, económico y político de las elites de poder. Por otra parte, Pedro Losa y Ramón Cózar se han ocupado del análisis de conflictos acaecidos como consecuencia del “Motín de Esquilache” y los estallidos esporádicos de diferente intensidad motivados por la carestía de los productos básicos y las malas cosechas.
Otro bloque trata el entramado institucional del Antiguo régimen y los medios desplegados para la administración del territorio y de la fe. José Cano analiza la estructura administrativa establecida por la Monarquía, clave para obtener recursos financieros y humanos para el mantenimiento de los ejércitos y la guerra. En sus
páginas se puede comprobar cómo en esta región se fueron reforzando los aparatos burocráticos del monarca en su afán por fortalecer y centralizar sus funciones. Por lo que respecta a la Iglesia, Ángel Fernández Collado hace un estudio geográfico de la administración eclesiástica, como espacio de poder y jerarquía, centrándose en los cabildos catedralicios y en las competencias asumidas por sus órganos superiores. Carlos Vizuete analiza la importancia del clero regular a través de un trabajo inédito sobre el origen, la tipología y la evolución de las órdenes religiosas en esta región, el número de religiosos que aglutinaban y su distribución geográfica.
Finalmente, Fernando Martínez Gil muestra cómo, partiendo de una tradición cultural enriquecida gracias al contacto y coexistencia de cristianos, judíos y musulmanes, se iría imponiendo el control de las manifestaciones, expresiones y creencias de las masas populares por la rigurosidad doctrinal de la fe defendida por la Iglesia, donde Instituciones como la Inquisición, se convertirían en verdaderos garantes de los valores más oscurantistas e intolerables de la sociedad.
A modo de resumen, Franciso García asegura que “la imagen que obtenemos de esta época es la de la existencia de un sistema demográfico caracterizado por unas tasas muy elevadas de natalidad y mortalidad –sobre todo infantil- y la reincidencia de pestes, enfermedades y hambres que cada cierto tiempo servían para equilibrar los efectivos poblacionales”. El coordinador también destaca el inestable equilibrio entre población y recursos, no sólo porque éstos fueran limitados, sino por estar controlados por una estructura de poder que los convertía en escasa y desigualmente distribuidos”. Por último, afirma, “hablamos de un sistema económico con un fuerte componente agrícola y marcadamente fluctuante, y de un sistema social donde el control de los medios de producción y el predominio de formas de trabajo dependientes eran dominantes en un contexto donde la religión tenía una enorme influencia sobre las expresiones culturales y mentales”.
GABINETE COMUNICACIÓN UCLM
Albacete, 10 marzo 2005









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