Los participantes en el Curso de Verano de la UCLM sobre “Los retos jurídicos en el siglo XXI: la inmigración en las fronteras del nuevo siglo”, actividad que se enmarca en el Seminario de Estudios Internacionales Luis de Molina”, y que se ha venido celebrando en Cuenca desde el pasado día 10, tras los temas planteados y el debate establecido, han elaborado un documento “Declaración de Cuenca sobre la inmigración”, cuyo texto reproducimos a continuación:
Firmemente convencidos de que la vida, la dignidad y la libertad del ser humano son valores supremos, sobre los que ha de descansar toda organización social.
Preocupados por el hecho de que el actual proceso de globalización contempla a las personas en cuanto elementos del complejo económico mundial pero no en su integridad vital
Preocupados por el retroceso experimentado en los tradicionales canales de cooperación al desarrollo que ha profundizado el abismo entre las sociedades ricas y las sociedades pobres
Preocupados por la incomprensión, la falta de respuesta e incluso el rechazo de las sociedades del Primer Mundo al creciente hecho de la inmigración
Preocupados por la elaboración de políticas frente, contra la inmigración, diseñadas desde la unilateralidad del que domina y justificadas y difundidas como necesarias para la supervivencia de una determinada cultura
Considerando que la protección de los derechos y libertades fundamentales de las personas sobrepasa todo marco de soberanía
Considerando que una real y eficaz protección de dichos derechos y libertades tan sólo es posible cuando existe una clara sensibilidad individual que conforme una definida conciencia social de exigencia y control
Reconociendo que los actuales flujos migratorios, aún teniendo su origen en diversas causas y circunstancias, se han convertido, por su carácter constante y global, en un elemento que afecta o puede afectar en un breve plazo de tiempo a toda comunidad social
Reconociendo los esfuerzos emprendidos en el ámbito de la inmigración en el seno de la Unión Europea a partir del Tratado de Ámsterdam, pero también el carácter incompleto y parcial de los mismos, la lentitud de su desarrollo y la falta de unidad en sus planteamientos, como lo evidencia la presencia en la nueva política comunitarizada de elementos de intergubernamentalidad y las limitaciones de los controles democráticos y judiciales.
Teniendo en cuenta que la inmensa mayoría de dichos flujos se producen por razones de supervivencia
Declaramos:
1º.- Todo tratamiento de la inmigración ha de partir de la consideración de que no se está ya en presencia de un fenómeno coyuntural, temporal, consecuencia de unas causas concretas y aislables, sino de un factor estructural, con un alto grado de complejidad, que afecta tanto al conjunto de las relaciones internacionales como a las relaciones internas de convivencia en las distintas sociedades estatales.
2º.- La necesidad de asumir que un problema global, cuyo epicentro se encuentra en la construcción de un mundo a dos, Norte-Sur, ricos y pobres, requiere de un tratamiento también global en el que la radical unilateralidad de los poderosos, que hasta ahora ha presidido los distintos foros internacionales en materia de cooperación al desarrollo, sea sustituida por la participación en pie de igualdad de todos los implicados.
3º.- El reconocimiento de la incapacidad estatal para abordar con eficacia la cuestión y la falta de un tratamiento a nivel mundial y la dificultad de llegar a él, no han de ser coartada para que otras estructuras institucionales, como la Unión Europea, no elaboren y pongan en acción sus propios planteamientos.
4º.- El rechazo a las políticas de inmigración hasta ahora emprendidas por diversos Estados que desconocen que la inmigración es un hecho social complejo y parten de regulaciones parciales, centradas bien en consideraciones demográficas (mantenimiento de unas determinadas tasas de población) bien en consideraciones meramente laborales (preservación de las pensiones), cuya certerza en todo caso es discutida y discutible desde instancias científicas y técnicas
5º.- La conveniencia de que en dicha reflexión social se abandonen los fobotipos hasta ahora empleados para la previa descalificación o minusvaloración de los que vienen de fuera, algunos de ellos de gran raigambre en nuestras sociedades y otros de reciente cuño y que, al albur de la “corrección política”, enmascaran actitudes de rechazo, inasumibles desde los valores sobre los que reposan las sociedades democráticas, sometidas al imperio de la ley y comprometidas con la defensa de la dignidad humana.
6º.- La urgente reflexión en el seno de las propias sociedades de acogida de inmigrantes, para cuya promoción reivindicamos el papel de la Universidad, sobre la necesidad de reformar las actuales estructuras sociales que permitan su evolución pacífica mediante la articulación de vías de integración y participación social y política de todos sus miembros.
En Cuenca, a 12 de Julio de 2002