Un estudio llevado a cabo por investigadores del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) ha identificado la existencia del pigmento papilioeritrinona, de coloración rojiza, en la piel de un vertebrado. Éste se ha detectado, junto a otro pigmento de coloración similar, en ojos, pico y patas de la perdiz roja, lo que viene a explicar la razón del color que tienen tales ornamentos. Hasta ahora este pigmento sólo se había identificado en un insecto, en un crustáceo y en el plumaje de un pájaro, pero no en la piel.
Investigadores del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC), centro mixto dependiente de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, han identificado por vez primera que los ornamentos rojos –ojos, pico y patas– de la perdiz roja son debidos a la combinación de dos pigmentos carotenoides muy similares en estructura química y coloración: la astaxantina y la papilioeritrinona.
Éste último pigmento ha sido identificado únicamente en un insecto –la pupa naranja de una mariposa–, en un crustáceo –el caparazón de un cangrejo japonés– y en las plumas de un pájaro –el macho de camachuelo común–, de ahí la importancia del estudio llevado a cabo por los investigadores de la UCLM, ya que identifica por primera vez papilioeritrinona en la piel, no en las plumas, de un vertebrado.
Así, en este trabajo, liderado por la investigadora Esther García de Blas, sus autores destacan que a partir de dos pigmentos amarillos de la dieta, las perdices son capaces de sintetizar, a través de dos rutas metabólicas diferentes, otros pigmentos diferentes de una coloración rojiza muy parecida.
Los investigadores recuerdan que los carotenoides son pigmentos orgánicos involucrados en varias funciones fisiológicas en los animales. Estos pigmentos pueden servir como indicadores de su calidad individual ya que los animales sólo los pueden obtener mediante la dieta, pero una vez ingeridos, sí pueden transformarlos metabólicamente para dar lugar a otros carotenoides diferentes.
En este sentido, explican que la dieta de la perdiz roja, tanto de granja como probablemente de campo, está basada principalmente en cereales que contienen altas cantidades de dos carotenoides con coloraciones amarillas: luteína y zeaxantina, los únicos presentes en la sangre y en los tejidos internos de las perdices; sin embargo, los carotenoides presentes en los ojos, pico y patas de estos animales, astaxantina y papilioeritrinona, son producidos a partir de los pigmentos de la dieta y dan colores muy parecidos.
Junto a García de Blas, en este estudio han participado Rafael Mateo, Francisco Javier Guzmán Bernardo, Rosa del Carmen Rodríguez Martín-Doimeadios y Carlos Alonso Álvarez.
Gabinete de Comunicación UCLM. Ciudad Real, 6 de mayo de 2014