un estudio realizado por investigadores del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC), centro dependiente de la Universidad de Castilla-La Mancha, la Junta y Consejo Superior de Investigaciones Científicas, y del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) de la Universidad Autónoma de Barcelona ha demostrado el papel que cumplen los árboles aislados, concretamente las encinas, como piezas clave para la conservación de la biodiversidad en los paisajes agropecuarios.
El estudio, Efectos positivos en cadena de la fragmentación forestal en los gorgojos de las bellotas mediados por el aumento del tamaño de la semilla, ha sido llevado a cabo por los investigadores del grupo de investigación de la Biodiversidad Genética y Cultural del IREC Raúl Bonal, Marisa Hernández y Joaquín Ortego, y del CREAF Alberto Muñoz y Josep María Espelta. En él, sus autores corroboran que si bien para animales forestales de cierto tamaño estos mini-fragmentos de árboles no son lo suficientemente grandes para ofrecer una superficie mínima de hábitat, en el caso de los insectos forestales podrían constituir un refugio que les permitiese permanecer durante generaciones rodeados de un medio desfavorable.
Los investigadores realizaron la mayor parte del trabajo en la localidad toledana de Huecas, y en menor medida en las de Bargas (Toledo) y Pueblo Nuevo del Bullaque (Ciudad Real), donde tomaron como modelo de estudio al coleóptero curculio elephas, un escarabajo que es principal depredador de las bellotas de la encina quercus ilex. En estas zonas se comparó el tamaño de la bellota entre manchas de bosque y árboles aislados y se comprobó que en estos últimos era mayor, lo que favoreció a las larvas de escarabajo, que completaron su desarrollo con un tamaño mayor, sobrevivieron mejor al invierno y a la primavera y emergieron al año siguiente como adultos más grandes y con mayor fecundidad potencial.
Hasta la fecha sólo contados estudios, principalmente en Australia, habían reparado en estos árboles, sin embargo, no habían tenido en cuenta a los insectos o los efectos en cadena que el aislamiento puede tener en sus poblaciones a través de cambios en las plantas. El estudio del IREC y del CREAF pone de manifiesto que estos cambios existen y pueden beneficiar a estos animales que han quedado en árboles isla en medio de un mar de hierba, y lleva a sus autores a asegurar que la conservación de dichas encinas “es clave de cara a la regeneración natural del bosque en zonas agrícolas abandonadas, ya que son fuentes de semillas” y que “a partir de ellas se podrán restaurar, en buena medida, las poblaciones de insectos forestales.
Gabinete Comunicación UCLM. Ciudad Real, 24 de mayo de 2012