Sintetizó la vanguardia europea con las aportaciones mágico-religiosas del Caribe. Wilfredo Lam, considerado como el “Picasso cubano”, ha facturado una obra personalísima que en buena parte se fraguó durante su estancia en Cuenca, entre 1924 –cuando el pintor contaba 22 años- y 1927.
La Universidad regional, a través de su Vicerrectorado de Extensión Universitaria y del Campus de Cuenca, ha subrayado la relación del artista con la ciudad encantada en el libro “Lam en Cuenca y la Cuenca de Lam”, una obra coordinada por los profesores Carmen Pérez García y Miguel Ángel López Guerrero, de las universidades Politécnica de Valencia y de Castilla-La Mancha, respectivamente, y concebida para conmemorar el centenario del nacimiento de Lam, “una de las figuras relevantes y sui generis del siglo XX, que supo impregnar sus obras de las tendencias del agitado momento que le tocó vivir, sirviéndose de ellas para madurar y profundizar en su propia creación”, según explica la profesora Pérez García en uno de los capítulos, incidiendo en la influencia de Cuenca sobre su labor pictórica. No en vano, y a juicio de esta experta en su obra, Wilfredo Lam (Sagua la Grande, 1902- París, 1982) “se integró en la Cuenca de su tiempo, y esta lo aceptó y lo incluyó en su núcleo de intelectuales”.
El volumen se ha presentado oficialmente en Cuba coincidiendo con la Bienal de Arte de La Habana en un acto al que asistieron el vicerrector del Campus de Cuenca, José Ignacio Albentosa; el director académico Miguel Ángel López, la delegada provincial de Cultura, Carmen Parra; y la profesora y coautora Carmen Pérez.
“Lam en Cuenca y la Cuenca de Lam” se estructura en cinco capítulos. El primero de ellos, titulado “Con las cosas de casa”, está escrito por el sobrino nieto del pintor, Juan Castillo Vázquez, y constituye un repaso por la historia familiar del “Picasso cubano”. A continuación, la profesora Carmen Pérez García detalla la relación del pintor con la ciudad encantada, para dar paso al subdirector del Centro de Arte Contemporáneo Wilfredo Lam, José Manuel Noceda Fernández, quien realiza un recorrido por el imaginario visual del artista.
El penúltimo capítulo, responsabilidad de la directora del Centro de Arte Contemporáneo Wilfredo Lam, Hilda María Rodríguez Enrique, se ocupa de situar al pintor en el contexto cubano de los años cuarenta. En el último, Milagros Vaillant, de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba; la profesora Carmen Pérez, y Aida Rodríguez, también del Centro de Arte Contemporáneo, plantean un proyecto encaminado a la conservación de las obras de Lam que permanecen en dicha pinacoteca.