Durante su intervención en el congreso “Baños árabes en Toledo”, Ricardo Izquierdo, decano de la Facultad de Humanidades, detalló las características de los baños árabes como parte de la cultura material de la sociedad islámica. El decano remontó el origen de estas instalaciones a las termas públicas romanas, que fueron adaptadas e imitadas por los árabes a medida que se expandieron por los antiguos territorios del Imperio. “Uno de los primeros ejemplos de baños de la época califal conservados son los de Qusayr ‘Amra, en Jordania, dentro de un pequeño conjunto palatino levantado en pleno desierto”, señaló Izquierdo. “Los baños llegaron a convertirse en una verdadera institución, junto con las mezquitas y los zocos, de la ciudad islámica”, añadió.
El baño o hammam es, por tanto, una seña de identidad de la arquitectura civil en todos los núcleos poblacionales de los territorios del Islam. En general, los baños eran públicos y estaban al servicio de la colectividad, aunque también podían existir baños para uso exclusivo de las familias acomodadas. “El agua en el Islam tiene connotaciones sagradas, fue creada por Allah, es el origen de la vida, según recoge el Corán”, explicó el decano. Por esta razón, al ser un elemento puro, la sociedad musulmana la usaba para purificar cuerpo y espíritu. “El baño en el Islam no fue sólo un lugar de ocio o higiene, como en el mundo romano, sino que también se acudía a él para purificarse antes de orar”, afirmó. Los baños solían ubicarse en las proximidades de las zonas más concurridas, especialmente de las mezquitas. “En las ciudades de Al Andalus, solía existir un baño principal cerca de la mezquita aljama o de los viernes, aunque también había baños en los arrabales, alcazabas y alguno extramuros, junto a la puerta principal de acceso, para dar servicio a los viajeros que deseaban purificarse antes de entrar a la población”, explicó Izquierdo.
Sin embargo, los musulmanes más rigoristas, tal y como señaló el decano, no veían con buenos ojos el uso de los baños, ya que los veían como lugares propicios para la relajación de las costumbres. “El interior del baño contenía una gran carga de sugerencias eróticas, aunque la desnudez total estaba prohibida. Esto no impedía ocasionales contactos íntimos entre personas de cualquier sexo”, afirmó.
Ricardo Izquierdo explicó también la estructura de los baños, a los que se accedía desde un zaguán anexo a la entrada. El primer recinto o bayt al- maslaj, servía para dejar la ropa y recibir los útiles precisos para el baño; a continuación estaba la sala del baño frío o bayt al-barid, de la que se pasaba a la sala de baño templado, llamada en árabe bayt al-wastani. El recorrido concluía con un baño caliente o bayt al-sajun, que en realidad era un baño de vapor.
Cuando las ciudades de Al Andalus cayeron en manos cristianas, la monarquía se hizo con el monopolio de su explotación comercial a través de concesiones. “Las ordenanzas que regían en Toledo durante la Edad Media establecían que la construcción de un nuevo baño se tenía que realizar sin perjudicar a los vecinos y que no se podía abrir una puerta nueva en una casa frente a la entrada de los baños”, explicó Izquierdo. Los cristianos siguieron edificando baños, como demuestra el construido por Alfonso XI, durante la primera mitad del siglo XIV, en el palacio de Tordesillas.
A pesar del gran número de baños que llegaron a tener las ciudades andalusíes muy pocos han llegado hasta nuestros días, al menos en un aceptable estado de conservación. Muchos de ellos continúan ocultos o camuflados en los sótanos de las viviendas. Para el decano “es imprescindible localizarlos y comprobar su estado de conservación para, llegado el caso, proceder a su rehabilitación. Se trata de un legado altamente significativo de la cultura islámica que no podemos ignorar y que tenemos que recuperar como elemento muy representativo del patrimonio arqueológico de Al Andalus”.
Fernando Cirujano, concejal de Cultura del Ayuntamiento de Toledo, que inauguró el congreso en nombre del alcalde y presidente del Consorcio, José Manuel Molina, afirmó que la mejor forma de conservar el patrimonio es darlo a conocer para lograr la implicación de los ciudadanos en su conservación. Cirujano señaló la participación de la Facultad de Humanidades en la organización de este congreso como garantía del alto nivel del mismo, y animó a los alumnos asistentes a investigar en el área de arqueología “para contribuir a la puesta en valor de los bienes que aún quedan por descubrir”.
El congreso “Baños árabes en Toledo” continúa mañana con la participación de los arquitectos Francisco Jurado, Sonia Pages, Javier Alguacil y Gregorio Marañón, entre otros ponentes.