“Ramón y Cajal no es un Nobel olvidado”, así lo aseveraba su propio nieto y catedrático de Anatomía Patológica, Santiago Ramón y Cajal Junquera, en la última sesión de las Jornadas de Histología en Biomedicina celebradas en la Facultad de Medicina de Albacete, los días 18 y 19 de diciembre, en homenaje al gran científico español nacido en Petilla de Aragón (Navarra), en 1852. Para mostrar el reconocimiento internacional del que aún hoy goza el científico, Ramón y Cajal Junquera mostró los resultados de una encuesta realizada por una revista de neurociencia en la que los neurólogos norteamericanos valoraban a Ramón y Cajal como la personalidad que más aportaciones hizo a la neurociencia a lo largo del pasado milenio.
Suecia, Estados Unidos, Francia,… han sido algunos de los países que se han sumado al reconocimiento de una figura cuyas teorías, como indicaba el catedrático de Histología de la UCLM, José Juiz, “han quedado vigentes en el tiempo”. Fue el profesor Juiz, organizador de esta reunión científica en la UCLM, quien presentaba al ponente, que fundamentalmente trató dos aspectos en su charla, por un lado la genialidad del pensamiento de Cajal, “que es lo que le llevó a hacer sus grandes descubrimientos pese al empleo de una metodología idéntica a la de sus colegas europeos”, y su faceta humanística, “donde destacó por la gran honestidad de la que hizo gala a lo largo de su vida”, comentó su nieto.
El profesor también repasó los logros científicos de Cajal: La teoría neuronal -la principal aportación que ha hecho la ciencia española-; La ley de la polarización dinámica; y la teoría del neurotropismo. Asimismo, en el repaso a la obra literaria de su abuelo, se detuvo en la obra Textura del sistema nervioso del hombre y los vertebrados, a la que se refirió como “el Quijote de la ciencia española, por su contribución universal a la literatura científica”. Otra de sus obras recoge perfectamente la personalidad del Nobel español, se trata de “Reglas y Consejos sobre investigación científica”, donde se dirige a los jóvenes científicos españoles para ofrecerles sus consejos y hacerles saber las dificultades que él encontró en su juventud al iniciar la carrera científica, así como las claves para superarlas.
Ramón y Cajal Junquera recordó que su abuelo, según él mismo dejó escrito, fue un bachiller desaplicado, y al llegar a la Universidad no pasó de ser un estudiante “regular”. Lo que sí tenía, dijo, “era dos cualidades algo más desarrolladas que sus condiscípulos; la independencia de juicio y un sentimiento profundo de nuestra decadencia científica”. A juicio de su nieto, estos fueron dos acicates importantísimos en su vida que han de tener en cuenta los actuales estudiantes, aunque bajo la premisa, señaló, de que “nosotros no estamos en un país con decadencia científica, se hace ciencia, aunque no podamos compararnos con otras potencias”. Sobre la primera virtud, el profesor recomendó orientar el estudio más hacia los libros que hacia los apuntes de clase, un hábito que hemos de inculcarles para conseguir mayor independencia de juicio”, afirmó.
Albacete, 19 de Diciembre de 2006