El sitio web de la UCLM utiliza cookies propias y de terceros con fines técnicos y de análisis, pero no recaba ni cede datos de carácter personal de los usuarios. Sin embargo, puede haber enlaces a sitios web de terceros, con políticas de cookies distintas a la de la UCLM, que usted podrá aceptar o no cuando acceda a ellos.

Puede obtener más información en la Política de cookies. Aceptar

Efecto Papageno: guía para elaborar y difundir noticias sobre suicidios de manera responsable

24/04/2023
Compartir:

Efecto Papageno: guía para elaborar y difundir noticias sobre suicidios de manera responsable

24/04/2023

Ana Isabel Cobo Cuenca, Universidad de Castilla-La Mancha y Francisco José Celada Cajal, Universidad de Castilla-La Mancha

El otro día estuvimos hablando con Ramón, que es periodista. Nos comentó que cuando él estudió la carrera, en las facultades se recomendaba no escribir sobre el suicidio, ya que podía alentar el contagio de esta conducta entre otras personas.

Este fenómeno de imitación se conoce como “efecto Werther”, aunque también recibe el nombre de “copycat” en países anglosajones y “efecto Yukiko” en Japón. En cualquier caso, es un fenómeno real y se ha demostrado que la cobertura mediática puede potenciarlo. El peligro de contagio es mayor si la persona que se ha quitado la vida es famosa y si la noticia resulta demasiado detallista y sensacionalista.

Visibilizar más la conducta suicida

Entonces, ¿deben informar los medios sobre suicidios? Sí, pero siempre que lo hagan de forma responsable. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda actualmente aumentar la visibilidad de estos actos. Cuanto más se conozca sobre el suicidio, se sepa cómo actuar y se descarten los mitos extendidos entre la población, más se podrá ayudar a prevenirlo.

Todos sabemos que los medios de comunicación son una poderosa herramienta para influir en la sociedad, pero no todo vale. Según estén redactadas, las noticias pueden generar el efecto Werther o, por el contrario, evitar futuras conductas suicidas. A esto último se le llama “efecto Papageno”.

Existe la falsa creencia de que hablar sobre el suicidio incita a cometerlo, cuando, en realidad, es la forma de tratarlo. Desde distintas organizaciones (como OMS, colegios de psicólogos, asociaciones o el ministerio de Sanidad español) se están elaborando recomendaciones para lograr el efecto Papageno.

Minicurso de redacción responsable

Estas pautas podrían resumirse en los siguientes puntos:

  • Tratar la noticia con el máximo respeto, refiriéndose a la muerte como un hecho y no como un logro.

  • Informar de la conducta suicida, tanto si atañe a una persona famosa como si no, evitando dar excesivos detalles de los métodos utilizados y el lugar en el que se ha llevado a cabo, para evitar el efecto de imitación.

  • Si la persona que ha fallecido es famosa, hay que separar sus logros (deportivos, artísticos, musicales…) del acto del suicidio. El autor del texto debe señalar sus aportaciones a la sociedad y qué efectos negativos acarrea su muerte.

  • Redactar la noticia con mucha sensibilidad, ya que pueden leerla conocidos o familiares del afectado. Se deben aplicar las “3 R”: rigor, respeto y responsabilidad.

  • Ofrecer mensajes empáticos y de solidaridad a la familia y allegados en ese momento de dolor, aportando enlaces de grupos de apoyo para supervivientes.

  • Incluir siempre números de teléfono, direcciones y recursos a los que acudir para prevenir el suicidio o pedir ayuda. Por ejemplo, el teléfono 112 (de emergencias en muchos países) y, en España, el 024 (línea de atención a la conducta suicida) o el 717 00 37 17 (Teléfono de la Esperanza).

  • Explicar distintos aspectos sobre el suicidio para educar a la población y eliminar falsas creencias, sin difundir mitos.

  • Buscar asesoramiento de profesionales expertos (psicólogos, psiquiatras) y de asociaciones para exponer la información adecuadamente. Se pueden incluir aportaciones o declaraciones de estos especialistas.

Lo que no se debe hacer

  • La noticia no debe aparecer en la portada o contraportada del periódico.

  • Evitar los títulos sensacionalistas, eludiendo la palabra “suicidio”.

  • No explicar de forma detallada el lugar y el método utilizado, ni cómo acceder al mismo.

  • No ilustrar la información con fotografías de la persona que se ha quitado la vida, ni de la escena donde ocurrió. Tampoco es conveniente recurrir a imágenes de escenas alusivas (vías de tren, precipicios, sogas, pastillas…) o morbosas, tanto para evitar el efecto de imitación como para proteger del dolor que puedan generar a familiares y allegados. En este punto se debe ser especialmnete sensible.

  • Aunque haya nota de suicidio, no se debe difundir.

  • No tratar el suicidio de forma romántica, valerosa, como logro… En vez de esto, hay que explicarlo como lo que es: una pérdida grave y evitable. Esto puede ayudar a la prevención de nuevos actos suicidas.

  • No atribuirlo a un solo motivo (desamor, desahucio, enfermedad…). Ya se sabe que es un fenómeno complejo con múltiples causas y factores, y así debe ser tratado en los medios.

  • No presentar este acto como una solución razonable ante un gran problema.

  • No aportar juicios de valor que puedan estigmatizar tanto a la persona fallecida como a su familia.

  • No utilizar adjetivos como “sencillo”, “indoloro”, “rápido”, “fácil"…

  • No asociar la conducta suicida a la enfermedad mental como causa explicativa.

En conclusión, es importante conocer la responsabilidad que tienen los medios de comunicación al presentar información al público y hacerlo con sensibilidad y respeto. La forma en que esos medios informan influye en la percepción social: los periodistas pueden ser agentes preventivos y salvar vidas.The Conversation

Ana Isabel Cobo Cuenca, Profesora titular en la Universidad de Castilla la Macha (UCLM). Grupo IMCU, Universidad de Castilla-La Mancha y Francisco José Celada Cajal, Psicología de la Salud, Picología de Emergencias, Enfermería de Emergencias, Cuidado del Paciente Crítico, Universidad de Castilla-La Mancha

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

Volver