Posiblemente ninguno de nosotros sea capaz de imaginar el perfil patrimonial de Toledo sin su catedral. Su sombra se ha proyectado y ha acogido miles de microhistorias a lo largo de los siglos.
Casi 800 años después de su fundación, hemos llegado a entender que una catedral es un compendio de la cultura pasada y presente.
Permanece como un testigo aparentemente mudo de las historias que han pasado por ella. Una de dichas historias nos es sobradamente conocida: el turismo.
El entorno humano de la catedral se transformó entre 1899 y 1964, acogiendo a una nueva y prometedora figura: el turista. El gigante gótico medieval se fue adaptando en aquel tránsito “de misas a masas”: acondicionaron espacios litúrgicos para la visita, crearon un museo, instalaron vitrinas, compusieron una pinacoteca y abrieron un quiosco de recuerdos.
Recorramos y redescubramos la catedral de aquella época a través de estas piezas patrimoniales. Adoptemos, por unos instantes, la mirada de aquellos primeros turistas nacionales y extranjeros.
Comité científico:
María Esther Almarcha Núñez-Herrador
María José Lop Otín
Rafael Villena Espinosa
Comisariado:
Juan Carlos de la Flor Gutiérrez
Jorge Pérez Burgueño
Consulta toda la información aquí.